Tradicionalmente,
se ha abordado el estudio del desarrollo social del niño desde la influencia
unidireccional que ejerce el padre como agente socializador. No obstante, este
planteamiento generó un gran número de críticas por su excesiva rigidez, dado
que otras variables parecen estar participando en el resultado final del
ajuste, principalmente el temperamento. Desde los modelos de efectos
principales se ha considerado la contribución independiente de los estilos de
crianza y el temperamento sobre el desarrollo social posterior, pero estos
modelos se han visto insuficientes para explicar la compleja relación entre
estas variables. Por esta razón, se han considerado los modelos interactivos
como los más adecuados en la explicación de la asociación entre estilo de
crianza, temperamento y desarrollo social. Desde estos modelos se ha concluido
que los estilos de crianza intervienen sobre el desarrollo social de forma
diferente en función de las características temperamentales mostradas por el
niño.
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