lunes, 30 de noviembre de 2015

David Rothkopf, Superclass, the global power elite and the world they are making

El libro de Rothkopf es un análisis detallado sobre las principales redes sociales que hay detrás del triunfo del libre mercado en la actualidad. El autor observa a la élite desde cerca, ya que es el presidente de la firma consultora Garten Rothkopf –de la cual el ministro de Hacienda de la Presidenta Michelle Bachelet, Andrés Velasco, ha sido cliente. Es un análisis de las redes sociales a nivel de la élite de la élite y de cómo este grupo pequeño, formado por 6.000 personas, tiene el poder suficiente como para afectar la vida del resto del mundo. El poder, señala el autor, hoy más que antes está súper concentrado. Sin caer en teorías conspirativas, realiza un análisis de los principales grupos dominantes que constituyen lo que antes Charles W. Mills estudió en su libro La élite del poder: la élite económica, política, militar y cultural.

Enfocando el análisis en los miembros de la súper clase, el libro remite a los estudios de redes sociales actualmente realizados por John Scott (“Modes of power and re-conceptualization of elites”, en John Scott (ed.): Taking stock of elites: recognizing historical changes, Blackwell Publishing, Oxford, 2008). Para esto considera simultáneamente a la clase económica (o burguesía) y al conjunto de posiciones estratégicas en el ámbito de la política, militar y cultural que son, en última instancia, funcionalmente adecuadas para los intereses de la sociedad de mercado. Su observación sociológica es que estos grupos están interconectados y fuertemente cohesionados. Así, el autor logra observar que todo individuo posicionado en la cima de la pirámide social está circundado (o “blindado”) por redes sociales en distintas esferas de la sociedad.

En el primer capítulo se presenta a la súper clase: el tema central es que “cada uno es uno en un millón” (cap. I). En un mundo compuesto por seis billones de personas, la superclase la conforman seis mil individuos. La superclase es un conjunto de posiciones sociales clave unidas por canales formales e informales que trascienden las barreras nacionales y en donde el sector privado juega un rol preponderante. Estructuralmente se define por su grado de interconexión, que generalmente es mayor que la que tienen con la élite nacionalmente arraigada de sus propios países. La concentración extrema del poder conlleva a la pregunta de cuál es su principal ventaja por sobre las otras élites tradicionales. La respuesta es “accesibilidad”, es decir, tener acceso a los contactos adecuados gastando la menor cantidad de tiempo posible a una escala global.

El segundo capítulo es particularmente interesante dado que le dedica varias páginas al caso chileno. Dice el autor que “Chile is not a country but a country club” (p. 55). Lo que guía a este capítulo es la descripción del contexto social en que se ubican los supermillonarios. ¿Son justos estos niveles de desigualdad? “En Chile uno no puede sino impactarse por la muy estratificada naturaleza de su sociedad” (p. 55), llega a señalar. Con respecto al núcleo duro del poder en Chile, señala que “El club incluye a algunas familias claves: Angelini, Matte, Piñera, Luksic, Saieh, Claro, Edwards y unas cuantas otras. Según un amigo, “ese es el círculo interno, y no puedes lograr que se haga nada significativo si no tienes a algunos de ellos de tu lado” (p. 56).

El tercer capítulo es teórico y realiza un recorrido histórico sobre algunos temas relacionados con el surgimiento de las instituciones democráticas en Grecia al alero de aristocracias y tiranías; el surgimiento del nacionalismo imperialista chino y la conformación de una élite empresarial en Estados Unidos. También le dedica algunas páginas a Rockefeller y Carnegie, que son el corazón del actual sistema de empresas multinacionales.

El capítulo cuarto ahonda sobre el poder económico de la súper clase y algunos de sus aspectos empresariales. En comparación con la mayoría de los países, constreñidos por sus barreras políticas, las multinacionales tienen altos grados de libertad para decidir sobre las cosas que afectarán la vida de miles o millones de ciudadanos como, por ejemplo, los sueldos, los puestos de trabajo y los precios de los productos. 

El capítulo sexto está enteramente dedicado a la concentración del poder bélico. Estados Unidos, primera potencia bélica, debe parte de su crecimiento económico desde la Segunda Guerra Mundial en adelante a un estado de “guerra permanente” que le ha permitido cuidar a su industria bélica y modernizar su ejército constantemente. Las élites militares también conforman un selecto club que muchas veces juega un papel relevante en las relaciones exteriores de los países. Muchos de los altos mandos de los principales ejércitos del mundo se han formado en escuelas en Estados Unidos que les permiten cultivar relaciones personales y saltar al interior del mundo de los negocios.

Los últimos dos capítulos ofrecen un resumen a las principales ideas del libro: que existe una élite global cuyas redes sociales y espacios de acción exceden las fronteras nacionales, que esta élite se está fortaleciendo más rápido que las instituciones gubernamentales y que coexiste con alarmantes niveles de desigualdad. Esta élite tiene ciertos rasgos comunes, como por ejemplo, haber pasado por universidades de élite como Harvard. La base de su poder es cultivar relaciones sociales con el mundo político, económico, militar y cultural y moverse fluidamente en su interior: “Entre los casi seis mil miembros de la superclase hay múltiples enlaces que llevan de uno a otro.


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